LA FALSEDAD DE DISNEY :(
“Para leer al Pato Donald”
Este libro se promovió en el año de 1971 en Chile. En este texto brota el mundo de Walt Disney describiendo como parte de las familias un imperio desarrollado a través de comics, películas, etc. Las creaciones de Disney son expuestas en demostrar la parte alegre de la vida con personajes que son parecidos a la realidad en la cual vivimos, por ejemplo: Rico Mac Pato, el millonario que protege su dinero; Donald, el eterno enemigo del trabajo; Tribilin, inocente y poco avisado; y Mickey el ratón, el protagonista de Disney. Permitiendo envolver la inocencia de los infantes y estimulando a que crezcan con el pensamiento de este mundo mágico, con el fin de favorecer a la industria y poder así desarrollar su imperio. Por otra parte, esta obra causó mucha controversia, puesto que, existían personas que estaban a favor y en contra de esto, por una parte, veían a Disney como una víctima y que estaba siendo totalmente atacada, y por otra, que Disney solo era una mala influencia para el aprendizaje de los niños, niñas e incluso en los adolescentes. El presente ensayo tiene como objetivo principal realizar un breve análisis del libro escrito por Armand Mattelart y Ariel Dorfman, el cual se tituló “Para leer al Pato Donald”. Del mismo modo, se ejecutará la influencia que tiene está lectura en el cambio de la sociedad y como la hemos estado percibiendo, además, se irá exponiendo las ideas centrales de esta lectura y las críticas que recibieron estos autores al exponer tal libro. Concluyendo así el cambio que tuvo este texto en las personas.
Con esta publicación “Para leer al Pato Donald”, dichos autores tratan de demostrar esa dimensión imperialista que se oculta tras la inocencia de la producción cultural de Disney, permitiendo de esta manera desenmascarar los supuestos ideológicos que se configuran y a su vez las relaciones capitalistas que existen en esta producción.
Entrando un poco a lo histórico, el libro fue escrito en el pleno y breve apogeo de la Unidad Popular con Salvador Allende (1908-1973) como presidente de Chile. En 1973, tras la dictadura de Augusto Pinochet, el libro fue censurado y los autores condenados al exilio. En una entrevista a Armand Mattelart, el autor habla sobre la concepción general del libro: “Ese libro, que publicamos en diciembre de 1971 en Valparaíso con mi colega Ariel Dorfman, tuvo un éxito abrumador, como dicen en español. Hasta hemos tenido el privilegio de ser censurados por el gobierno de Estados Unidos. Yo lo consideraba un panfleto, un grito de rebelión. En general, se dice que era algo del momento, que se analizaba la estructura y no la recepción. Contra esos ataques, contra esas interpretaciones, me rebelo. Si bien es cierto —en relación con los interrogantes que se plantean hoy— que este libro no se pregunta cómo un niño argentino, chileno, o francés lee a Walt Disney, debo decir que es un trabajo que ya había interiorizado la cuestión de la recepción. En este período, la cuestión principal no era tanto el consumo sino la producción de una alternativa” (Sarmiento, 2013).
Conforme al comentario que se dio anteriormente, la posición de Mattelart estuvo expuesto a un grupo en la cual para algunas personas sostenían una conducta o postura muy entroncada en la economía política para de esa forma pensar en la comunicación, mientras que para otras se nutrían de una lectura empezando desde el análisis de discurso, un sentido estructuralista y finalmente con el psicoanálisis para de tal forma pensar en la comunicación. Todos estos pensamientos se dieron a inicios de los 70.
Ahora bien, este libro inicia con un prólogo realizado por Héctor Schmucler en donde expone algunas claves para poder entender dicha lectura, empezando por la pregunta ¿Qué es hablar del pato Donald? Según, el contexto chileno hablar de dicha cultura Disney era plantearse la idea de como se percibía el mundo cotidiano de aquella época o sociedad. Por otra parte, había que tener en cuenta el proceso político transformador que la Unidad Popular tenía, esto quiere decir, que para la revolución social no bastaba con modificar la base de la economía, sino también la superestructura y la vida cotidiana del pueblo. Por tal razón para Schmucler:
“Hablar del pato Donald es hablar del mundo cotidiano –el del deseo, el hambre, la alegría, las pasiones, la tristeza, el amor– en que se resuelve la vida concreta de los hombres. Y es en esa vida concreta –la manera de estar en el mundo– la que debe cambiar un proceso revolucionario. Solo la construcción de otra cultura otorga sentido a la imprescindible destrucción del ordenamiento capitalista, porque, al fin y al cabo –como repetía Ernesto Guevara– la revolución no se justifica simplemente por distribuir más alimento a más gente. Llevado al límite (y si se descartan esquema teo-teleológicos) bien podría preguntarse para qué luchar por dar de comer a los hombres si no es para lanzarlos a imaginar un mundo de infinitas potencias” (Dorfman; Mattelart, 1972: 4).
No obstante, en el segundo apartado del primer capitulo el cual se titula como “Instrucciones para ser expulsados del Club Disneylandia”, en esta parte, los autores descubren la ingenuidad de este libro, al creer que el mundo de Disney es solamente un mundo puro, leal, abierto, alegre, con respeto a la familia y en contra de la explotación del hombre por el hombre, entre otras, tratando de esa manera, lavar el pensamiento de los niños e impulsando a que practiquen doctrinas socialistas. Pero esto no fue así, debido a que en el libro nos mencionan que:
“Esa comarca simple, llana, traslúcida, hermosa, casta, pacífica [del mundo infantil de Disney], que se ha promovido como salvación, en realidad importa de contrabando e involuntariamente, el mundo adulto conflictual y contradictorio. El diseño de este mundo transparente no hace sino permitir el encubrimiento y la expresión subterránea de sus tensiones reales y fatigosamente vividas. El engendrador sufre esta escisión de su conciencia sin tener justamente conciencia de esta desgarradura piel adentro” (Dorfman; Mattelart, 1972: 19).
Por otra parte, en el capítulo en donde se titula Tío, cómprame un profiláctico…, en este se puede observar la ausencia que existe de los progenitores por lo cual las relaciones de parentesco se limitan a ser una red de tíos, sobrinos, abuelos, etc. De tal manera, que la desaparición que tiene en relación a los padres y madres se desplazada a dicha correlación macho – hembra. Para los autores, las relaciones de poder en el mundo de Disney son autoritarias y a su vez verticales, es decir, la autoridad que se presenta en esta historia no es del padre sino prácticamente del tío. De tal forma que, esas relaciones verticales de poder que tiene entre tío y sobrino el cual se oculta a una horizontalidad muy compleja. Esta Horizontalidad tiene como énfasis permitir a algún personaje, (en este caso el tío), pueda acceder más alto en la estructura de dominación (el sobrino).
Otro factor que sobresale en este primer capítulo, es el machismo, en donde se llega a patentizar el papel de servidora que tiene la mujer. Asumiendo que, ésta solo tiene el deber de servir al hombre y poder único de seducción. Esta forma de seducción se presenta de dos maneras: primero ella puede convertirse en una bella doncella, es decir, en una ama de casa que solamente se dedica a la cocina y atenderle a su hombre; o segundo convertirse en una bruja fea que simplemente revuelve su olla horrenda.
Cabe señalar que en dos capítulos se destacan dos principales títulos: Del niño al buen salvaje y Del buen salvaje al subdesarrollo. El primero hace referencia a que en el campo el lugar es considerado como un buen salvaje, en cambio, en la cuidad este es considerado como un caos total. De tal manera que: “Todos los personajes ansían el retorno a la naturaleza. Algunos viven en el campo o en los bosques (Abuela Pata, ardillas, lobitos, etc.) pero la mayoría pertenece a la vida urbana y desde allí́ sale en viajes incesantes hacia las islas, los desiertos, el mar, bosques, cielos, estratósfera, montañas, lagos, en todos los continentes (Asia, América, África, Oceanía y muy de vez en cuando algún sector no-urbanizado de Europa). Es cierto que una buena proporción de historietas transcurre en la ciudad en habitaciones cerradas, pero éstas enfatizan el carácter catastrófico y absurdo de la vida urbana” (Dorfman; Mattelart, 1972: 42-43).
Por el contrario, refiriéndose a la segunda metáfora “buen salvaje en el subdesarrollo”. Este hace referencia al tercer mundo, es decir, al primitivismo estereotipado en donde los protagonistas están representados por personajes que se caracterizan por ser especies bárbaras, sin ciudades o habitando en ruinas, por otra parte, refiriéndose a la parte moral los personajes son caracterizados como niños, generosos y desinteresados. Además, haciendo referencia al Méjico en donde hablan de Aztecland, en el texto menciona una identidad que es condicionada entre estos, en donde: “El cambio de nombre, petrificando el embrión arquetípico, aprovechando todos los prejuicios superficiales y estereotipos acerca del país, permite disneylandizarlo sin trabas. Es Méjico para todos los efectos de reconocimiento y lejanía marginal, no es Méjico para todas las contradicciones reales y conflictos verdaderos de este país americano” (Dorfman; Mattelart, 1972: 57).
El mundo de Disney es visto como un mundo vacío de todo conflicto donde se han eliminando poco a poco todo proceso productivo. En primer lugar, no se pudo observar la producción de progenitores, tampoco la producción económica y tercero la tecnología no tiene ninguna producción ni consecuencia en la realidad. No obstante, para la deshistorización de la realidad es el dinero. El oro, el tesoro y el dinero son los productos sin producción par excellence. El tesoro es entendido como un don de la naturaleza, es decir fruto de una producción natural y nunca social. Por eso en el texto se plantea que: “No se puede avanzar más allá, no se puede reducir el oro a nada más simbólico. Lo único que queda, es partir a buscar más, en vista de que ese oro debe mantenerse quieto, que si se invierte vuelve a tomar facciones y a ingresar al proceso histórico contemporáneo. Cuanta nueva y borrón. Nuevas aventuras para seguir acumulando despistadamente e improductivamente” (Dorfman; Mattelart, 1972: 85). Este mundo de Disney, en sí se podría decir que es donde culmina el sueño burgués, es decir, donde nadie trabaja para producir, todos venden, compran, acumulan riqueza, entre otras. Esto quiere decir que, por una vez más, el proletariado esta ausente.
De hecho, en el último capítulo de esta obra se titula “¿El Pato Donald al poder?”. En este caso los autores nos dan a conocer que esta amenaza que supuestamente la producción Disney deduce no tiene nada de relación con la “american way of life” o “estilo de vida americano”, sino tiene que ver con la “american dream of life” o “sueño de vida americano”. Por tal razón, Estados Unidos, tiene esa representación de sí mismo, al mismo tiempo que es “el modo en que la metrópolis nos exige que nos representemos nuestra propia realidad, para su propia salvación” (Dorfman; Mattelart, 1972: 151).
En conclusión, esta obra Para leer al Pato Donald se presenta como un medio simple de comunicación que va dirigido especialmente a un publico completamente infantil, la cual es utilizado para introducir esa ideología de la burguesía dominante y de tal forma, entrar en el mundo inocente de los niños donde los infantes irán creando esas ideas y estas concepciones de como es el mundo. En este texto, habla sobre muchos factores que en la actualidad aún se están viviendo, por ejemplo, la figura de la mujer tiende a establecer comportamientos de sumisión, por otra parte, la ausencia de los padres, la codicia, etc. Sin embargo, la mayoría de las personas siguen cegadas con que Disney es un sistema educativo, tranquilo, escenas aptas para niños, entre otras. Pero, estas no ven más allá de lo que Disney quiere proyectar. Entonces, de todo lo que hemos dicho, resulta necesario decir que, la próxima vez hay que ver y leer más allá de lo que superficialmente creemos ver y leer.
Referencia bibliográfica:
Sarmiento, G. (2013). Dorfman y Mattelart, lectores del Pato Donald, El Nuevo Orden
mundial es disneico, (175), 129-143.
Dorfman, A. & Mattelart, A. (2002). Para leer al Pato Donald. Buenos Aires, Argentina.
Editorial Siglo XXI Editores.
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